Los desgarros del ligamento cruzado suelen deberse a accidentes deportivos, pero también pueden darse en la actividad diaria. Con frecuencia, los cambios bruscos de dirección en movimiento en los que la rodilla se gira hacen que el ligamento cruzado se rompa. Los síntomas son dolor, hinchazón e inestabilidad funcional de la articulación de rodilla. El tratamiento dependerá de cuál de los dos ligamentos haya sufrido la lesión y de si existen otras lesiones en la rodilla, pero la mayoría de las veces implica cirugía.
Causas del desgarro del ligamento cruzado

En cada articulación de la rodilla existen dos ligamentos cruzados: el ligamento anterior y el posterior. Estos unen el hueso del fémur con la tibia. Al producirse el desgarro del ligamento cruzado (también llamado «rotura del ligamento cruzado» en medicina) se rompe total o parcialmente uno de los ligamentos de la rodilla. Por supuesto, también pueden romperse ambos ligamentos por una caída o un accidente. Las principales causas son los accidentes de tráfico y deportivos. La rotura del ligamento cruzado anterior se produce, sobre todo, tras una desaceleración exagerada, en la que la rodilla se encuentra flexionada, las piernas en una ligera posición en X y, al mismo tiempo, hay un giro hacia afuera (estrés en valgo). Este tipo de lesión aparece frecuentemente al esquiar o en el fútbol, así como en otros deportes de pelota o de raqueta en los que hay cambios de dirección rápidos.
La rotura del ligamento cruzado posterior es menos frecuente que la del anterior.
Por otra parte, la rotura del ligamento cruzado posterior se produce principalmente por la aplicación de una fuerza exterior, por ejemplo, si la rodilla en posición de flexión impacta contra un adversario o, en caso de un accidente de tráfico, contra el vehículo (por ejemplo, contra el salpicadero del coche). Este movimiento causa una hiperextensión del ligamento cruzado posterior y, en consecuencia, puede romperse. En muchos casos también se dañan otras estructuras de la articulación de la rodilla. Una combinación frecuente de lesiones es la llamada «triada de O'Donoghue» o «triada desgraciada».
Molestias habituales en caso de desgarro del ligamento cruzado
En el momento en el que el ligamento cruzado se rompe, se escucha un claro chasquido. A continuación, la rodilla se inflama rápidamente y se siente un intenso dolor. Aunque el dolor remite un poco pasado un rato, en caso de volver a cargar la rodilla, este se intensifica de nuevo. Al intentar andar, la rodilla se nota inestable e incluso se tuerce hacia un lado. Se limita el movimiento de extensión y flexión de la pierna. También pueden aparecer hematomas incluso tiempo después de sufrir la lesión.
¿Qué hago si creo que tengo un desgarro del ligamento cruzado?
Las primeras medidas que deben tomarse tras un desgarro del ligamento cruzado son mantener la pierna elevada, colocar un vendaje de compresión y aplicar frío en la zona dolorida.
A pesar de los síntomas mencionados, la detección de un desgarro del ligamento cruzado no siempre es inmediata: la inestabilidad e inseguridad al andar suele percibirse con posterioridad al torcerse la articulación de la rodilla.
Por otra parte, existen los llamados pacientes «Coper» que, a pesar de sufrir un desgarro del ligamento cruzado, conservan una articulación de la rodilla funcionalmente estable. Estas personas pueden compensar el déficit estructural con una musculatura circundante bien entrenada. Sin embargo, los pacientes «Non-Coper» no logran esta compensación y, como consecuencia del desgarro del ligamento cruzado, no tienen una rodilla estable tras la lesión.
Diagnóstico: desgarro del ligamento cruzado
El diagnóstico de un desgarro de ligamento cruzado se basa en los síntomas descritos y en las exploraciones físicas. Mediante la denominada «prueba del cajón», el médico puede determinar, por ejemplo, si existe rotura del ligamento cruzado anterior o del posterior: si, con la rodilla flexionada, la tibia puede desplazarse en cierta medida hacia delante (como al abrir un cajón), existe desgarro del ligamento cruzado anterior (prueba del cajón anterior). Sin embargo, si la tibia se desliza hacia atrás (prueba de cajón posterior), significa que la rotura se ha producido en el ligamento posterior.
Para confirmar el diagnóstico y descartar otras lesiones en la articulación de la rodilla, se recurre a las radiografías y una resonancia magnética nuclear (RMN). En casos pocos frecuentes se realiza una artroscopia de rodilla o «reflejo de rodilla» para realizar un diagnóstico único. En la mayoría de los casos la artroscopia se considera una opción de tratamiento de apoyo durante una operación, por ejemplo, para la reconstrucción de un ligamento cruzado roto.
El tratamiento del desgarro del ligamento cruzado

El objetivo del tratamiento de un desgarro del ligamento cruzado es el alivio del dolor, la estabilización de la articulación de la rodilla y la recuperación de su funcionalidad.
La elección del método de tratamiento se rige por la gravedad de la lesión y la actividad deportiva.En el caso de un desgarro del ligamento cruzado posterior y una baja actividad deportiva, puede resultar suficiente una tonificación muscular controlada para lograr estabilizar la articulación de la rodilla. Para descargar y estabilizar la articulación de la rodilla durante esta fase, pueden utilizarse rodilleras especiales (ortesis).
Por regla general, la intervención quirúrgica se realiza en caso de rotura del ligamento cruzado anterior y en pacientes con una actividad deportiva muy elevada. Esta operación suele realizarse entre cuatro y seis semanas después de sufrir la lesión. Debido a que la sutura del ligamento cruzado desgarrado pocas veces alcanza el éxito deseado, este suele sustituirse por una parte de tendón procedente de los tendones isquiotibiales (tendones del músculo semitendinosos) o del tendón rotuliano o bien por un implante artificial, entre la rótula y la tibia (tendón rotuliano). En aprox. el 60 % de los desgarros del ligamento cruzado, se producen además lesiones de menisco, que en la mayoría de casos se suturan en una intervención quirúrgica con la plastia del ligamento cruzado.
Tras la operación, tiene lugar el fortalecimiento específico de la musculatura de muslo por medio de la gimnasia terapéutica y la fisioterapia. El paciente no debería someter a una carga completa a la rodilla hasta que no hayan transcurrido entre seis y doce semanas. En este caso, una ortesis de rodilla especial puede ofrecer apoyo a la articulación.
Estabilización de la articulación de la rodilla después de un desgarro del ligamento cruzado
Después de operar un desgarro del ligamento cruzado, la articulación de la rodilla aún puede ser muy inestable funcionalmente. En caso de dolores de rodilla persistentes, así como después de intervenciones en la rodilla, los productos ortopédicos como las ortesis pueden estabilizar la articulación y, por tanto, contribuir al proceso de curación.
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En caso de un tratamiento conservador o para pacientes con elevados requisitos de movilidad (p. ej., para retomar la práctica deportiva), SofTec Genu es la ortesis de rodilla que aúna las ventajas de la activación de los vendajes con la estabilidad que ofrecen las ortesis. Las articulaciones laterales «inteligentes» se adaptan al eje de rotación de la rodilla de cada persona y ofrecen un guiado perfecto. Se minimiza la carga sobre la articulación y se alivian los dolores. Por esta razón, la ortesis es una ayuda muy valorada por los deportistas de élite para lograr una recuperación rápida y practicar su deporte.